Es una enfermedad muy agresiva y contagiosa, ya que las propias células tumorales son el agente patógeno y el sistema inmune no las reconoce como ajenas debido a la baja diversidad genética de esta especie, sobre todo en el complejo de histocompatibilidad del sistema inmune. Además tiene una mortalidad del 100%.
Su transmisión ocurre por transferencia directa de las células tumorales cuando los individuos se muerden entre ellos en interacciones sociales, o cuando comen del mismo alimento que otros individuos enfermos.
Estos factores han llevado al demonio de tasmania a encontrarse en peligro de extinción, lo cual supondría un gran impacto y un desequilibrio en las cadenas tróficas, ya que es el mayor carnívoro de la isla de Tasmania tras la extinción del lobo marsupial.
Debido a esto, su conservación es de vital importancia, y por ello se debería investigar con profundidad una cura para poder salvar a estos maravillosos animales.
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