lunes, 15 de abril de 2013

Los demonios que merecen ser salvados.


Todo el mundo conoce al demonio de Tasmania gracias a Taz, personaje de la serie Looney Tunes que acababa con todo aquello que encontraba a su paso. El demonio de Tasmania es el marsupial carnívoro más grande del mundo. Habita en la isla de Tasmania, Australia. Actualmente, la especie se ve afectada por una grave enfermedad, un tumor facial infeccioso. Esta enfermedad se transmite por contacto físico entre los demonios, siendo el primer caso de cáncer conocido que se transmite de esta forma. La facilidad y rapidez de propagación de la enfermedad, junto con la diversidad genética extremadamente baja de los demonios de Tasmania, ha llevado a la especie al peligro de extinción, reduciendo su población más del 60% en los últimos 17 años.

Esta enfermedad provoca una reducción del tamaño poblacional,  la tasa de supervivencia y la de crecimiento. Su gran agresividad se debe a que las propias células tumorales son el propio agente patógeno y a que el sistema inmune no las reconoce como ajenas, porque el genotipo de las células tumorales es similar al de esta especie, lo que sumado a su baja diversidad genética, los hace vulnerables. Además, se transmite por contacto directo, principalmente mediante mordeduras.

Inicialmente se ha estado utilizando como medida paliativa el sacrificio de los individuos infectados con un pésimo resultado, ya que el contagio de esta enfermedad no depende de la densidad, si no de la tasa de contacto. En consecuencia se estaba contribuyendo a la desaparición de esta especie. La solución a este problema reside en una población al noroeste de Tasmania, según Hamish Mccalum: “Dos individuos silvestres [...] tenían anticuerpos a la enfermedad de tumor facial del demonio, lo que sugiere [...] que su sistema inmunológico respondió”.  Esta población posee una genética distinta de las demás,  por lo que es resistente al patógeno. Este hallazgo ha permitido la creación de una nueva estrategia de conservación basada en el cruzamiento de las distintas poblaciones de la isla con el fin de transmitir los genes resistentes a la enfermedad a todas las poblaciones afectadas, mejorando así su diversidad genética. Los investigadores afirman: “Las poblaciones resistentes podrían establecerse en partes del este de Tasmania [...], ayudando a repoblar poblaciones orientales, actualmente muy pequeñas.”

Si no se realiza una gestión de conservación adecuada, la desaparición de esta especie provocaría un desequilibrio del ecosistema de Tasmania, puesto que se trata de una especie clave que controla las características de la comunidad en la que vive. Además, se le considera un símbolo icónico de la isla de Tasmania de donde es endémico, y por tanto, actúa como reclamo turístico con lo que su desaparición podría dar lugar a importantes pérdidas económicas.

En definitiva, el estudio de esta enfermedad no solo supondría salvar una especie, sino también preservar un ecosistema completo ligado a ella, así mismo permitiría conocer más en detalle los mecanismos infecciosos de este tipo de enfermedades tumorales y su interacción con el sistema inmunológico, resultando útil en el ámbito de la biomedicina.

 

Apéndice.

Hamede, R.; Lachish, S.; Belov, K.; Woods, G.; Kreiss, A.; Pearse, A.M.; Lazenby, B.; Jones, M.; Mccallum, H. (2011).Reduced effect of Tasmanian Devil facial tumor disease at disease front.Conservation Biology. 26, 124-134.


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